lunes, 25 de mayo de 2015

PJ: Baldur Wulfgarson [Trasfondo]


En las entrañas de la tierra, bajo los amplios salones del Trono de Piedra, una llama arde eternamente iluminando las fraguas de Volluspá y a todos aquellos que conocen sus secretos. Uno de ellos golpea con brío el acero al rojo mientras un fuego aún más intenso que el de los grandes hornos arde en su interior.

Baldur Wulfgarson, Hold de Himmelburg, es uno de los personajes que protagonizarán esta campaña. Un guerrero de carácter templado, conocedor de secretos rúnicos largo tiempo olvidados, que espera forjar su propio destino.


Baldur Wulfgarson

"Nací una noche especialmente fría bajo la luz de Vetrnid, la Luna Invernal o eso fue lo que me contó mi padre. Aunque, la verdad, es que los miembros del linaje de Wulfgar jamás hemos sido sometidos por las gélidas temperaturas ni los fieros vientos de Nord. Nosotros somos los guardianes de Volluspa, los temidos y respetados miembros de la orden Nibelungen.

Esa misma noche, mi padre, Ottar Wulfgarson, Jarl de Himmelburg sobre el Trono de Piedra, realizó el sagrado ritual y comprobó que su sangre corría por mis venas. Si, dejando caer una gota en la fragua sagrada, las llamas resultantes eran azules seria digno de pertenecer a la orden, si no, bueno, sería criado igualmente como un miembro de la familia, pero jamás pertenecería a la orden.

Mi madre es Elsa Wulfgarson, hija del difunto Havdar Torstenson, Jarl de Valthume, y de una noble bretona, tomada como rehén en una de sus incursiones estivales. Sus exóticos rasgos combinan lo mejor de los nórdicos y los bretones. De carácter generoso y paciente, se enamoró de mi padre en un viaje que el noble Havdar organizó a Himmelburg con el fin pedir los servicios de nuestro clan. De eso ya más de veinticinco inviernos.

Mi infancia en los halls del Trono de Piedra fue feliz. Disfrutaba de la compañía de amigos y mis hermanos Bors, Erik, Krista y Lena. Bors era ya un niño alto y fuerte como una montaña, con el pelo rojo y tronante risa. Le gustaba enseñarme la forja y los recónditos secretos de las antiguas ruinas enanas que se encuentran bajo nuestro hogar. Eric era más severo conmigo e incluso en ocasiones llegué a creer que me odiaba. Años más tarde, me daría cuenta de que solo quería templar mi carácter y hacerme más autosuficiente. Quizás porque la sangre de nuestros ancestros no corría por sus venas, gustaba de cazar por el bosque y navegar con su drakkar. Krista, mi hermana melliza, siempre fue una jovenzuela curiosa, ansiosa de descubrir que había mas allá. Poco importaba que "mas allá" fuera la siguiente colina o el vado más alejado de nuestras tierras. El suyo era "un culo inquieto" como decía mi madre. Y mi querida hermanita Lena, siempre meditabunda y bien educada.

Hace unos años Krista inició un peregrinaje hacia uno de los templos del interior en la pequeña villa de Yngvald, algo común entre las jóvenes de buena cuna, pero al poco de partir nos llegaron noticias de que aquel templo y aquella villa habían sido asaltados por una partida de los Faulkner. Mi padre, Bors y muchos miembros de la hird del clan se prepararon para partir inmediatamente. Si Krista estaba muerta encontrarían su cadáver y lo traerían de vuelta para ser enterrado en las criptas. Si había sido presa de los Faulkner mi padre no descansaría hasta traerla de vuelta. El propio consejo de los Nibelung estuvo de acuerdo en que si esos perros habían esclavizado a una Wulfgarson, jamás volveríamos a prestar nuestros servicios a los miembros de su clan.

Por suerte, la noche antes de su partida, mi hermana regresó a la aldea de una pieza, acompañada por algunos campesinos del Clan Nordberg que habían reconocido su brazalete y decidieron traerla de vuelta hasta nuestras tierras. No tuvimos tiempo de alegrarnos por la vuelta de nuestra hermana cuando un aviso llegó a nuestros oídos. Miembros de los Nordberg habían conseguido dar caza a uno de los Faulkner y querían acabar con él, como proscrito y renegado. Yo mismo fui con mis hermanos con la intención de apedrear al maldito antes de lanzár su cuerpo al vacío desde uno de los fiordos, pero mi hermana Krista, para nuestra sorpresa, nos detuvo e impidió su castigo. Nos relató la historia de cómo aquel guerrero Faulkner se había apiadado de ella y le había ayudado a escapar aún bajo el peligro de enfrentarse a sus propios compañeros. Sus palabras conmovieron el viejo corazón de mi padre, que dio orden de perdonarle la vida y de organizar un juicio en los halls de Himmelburg.

Pese a los esfuerzos de Krista por absolver a su salvador, Herbboga, la gran druida, respectada y temida a partes iguales, intervino entonces en el juicio, decretando que no podíamos fiarnos de un hombre con un pasado tan oscuro. Realizó entonces un ritual a los ojos del thing que desvelaría la auténtica naturaleza del condenado. El resultado es muy conocido en nuestras tierras. Dow, pues así se llamaba el Faulkner, se convirtió en “el Negro”.

Quizás fuera porque me compadecí del salvador de mi querida hermana o quizás porque me gustaba el sentido práctico de Dow, pero el caso es que llegó a caerme bien y he intentado aprovechar sus servicios durante estos años.

Desde hace unos años, en especial desde lo sucedido en el Festín de Lobos, la salud de mi padre ya no es lo que era y sé que su tiempo se esta acabando. Dentro de poco Bors pasará a ser el nuevo Jarl y sé que será un líder sabio y justo. Desde hace un tiempo tengo ganas de aventuras, de lograr cosas por mí mismo y de forjarme un nombre, demostrando a todos que soy algo más que el hijo de mi padre y el joven hermano de Bors "Heldenhammer" Wulfgarson."

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